La baja natalidad y las barreras económicas: un análisis del informe del UNFPA
La disminución de las tasas de fertilidad en el mundo ha sido notable en las últimas décadas, pasando de cinco hijos por mujer en 1950 a solo 2.25 en 2024. Este fenómeno ha llevado a algunos políticos conservadores en Occidente a alarmarse por lo que consideran un “inminente colapso demográfico”, a pesar de que la población global ya supera los 8,000 millones de personas y la esperanza de vida ha aumentado. En medio de esta discusión, el último informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) revela que la realidad detrás de la baja natalidad está más ligada a las barreras económicas y sociales que a la falta de deseo por tener hijos.
El informe titulado *La verdadera crisis de fertilidad: la búsqueda de agencia reproductiva en un mundo cambiante*, publicado el pasado martes, destaca que muchas personas desean formar familias y tener más hijos, pero se encuentran limitadas por diversas dificultades económicas. De hecho, una de cada cinco adultos en edad reproductiva considera que no podrá alcanzar el número de hijos que anhela. Además, una de cada tres mujeres adultas ha experimentado un embarazo no deseado, lo que subraya la urgencia de abordar los problemas que impiden la planificación familiar.
Los expertos sugieren que, en un momento donde el Sur Global enfrenta un crecimiento demográfico, es crucial entender que las decisiones reproductivas íntimas y la capacidad para ejercer control sobre ellas son fundamentales. Este enfoque implica reconocer las condiciones de vida y las políticas sociales que afectan la capacidad de las familias para decidir libremente sobre su reproducción.
Este informe del UNFPA es un llamado a prestarle atención a las necesidades reales de las personas y a comprender que los desafíos a los que se enfrentan no deben ser ignorados. A medida que la conversación sobre la natalidad continúa, es fundamental que tanto gobiernos como sociedades busquen apoyar a las familias en su deseo de crecer y asegurar un futuro donde cada persona tenga la oportunidad de decidir sobre su propia vida reproductiva.
Para terminar, es necesario reflexionar sobre cuál es la mejor manera de abordar estos desafíos sociales y económicos. El informe de la ONU puede ser un primer paso para entender la verdadera crisis de fertilidad: no es solo un problema demográfico, sino una cuestión de derechos y oportunidades.
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